Por Matías Ramírez y Raúl Crisóstomo
A inicios de la primera década del dos mil, el sistema educacional manifestó rasgos evidentes de crisis, denunciados principalmente en las protestas llevadas a cabo entre el 2001 y el 2019, en las que se declaraba un profundo malestar ante la desigualdad social reproducida tanto por el sistema público como por el sistema privado de educación. Años más tarde la pandemia del Covid-19 particularizó este escenario situando la crisis principalmente en la escuela, contexto en el que no solo se evidenció la carencia de herramientas de fomento del aprendizaje y apoyo psicoemocional para niños, niñas y adolescentes, sino también, en el que las familias resintieron directamente el impacto de la desigualdad económica a raíz de la escasez de recursos.
Los cambios socioculturales luego del estallido social y de la pandemia han generado que la educación -en su formato tradicional- experiencie un agudizamiento en sus principales problemáticas, derivando en altos niveles de ausentismo escolar, aumento en la percepción de la violencia en los establecimientos [1.“Algunos autores han explicado que las expresiones de violencia provenientes del estamento estudiantil constituyen una respuesta ante la primigenia violencia simbólica perpetrada por la escuela”. Véase en “Contra la escuela. Autoridad, democratización y violencias en el escenario educativo chileno”, Pablo Neut Aguayo, 2019. p 113.] , precarización del trabajo de los y las docentes y el éxodo de profesionales de la educación a otras áreas de trabajo [2.Un estudio desarrollado por Elige Educar evidenció un déficit –para 2025–, de más 26 mil profesores idóneos en establecimientos educativos, es decir, un 19% de los profesionales que se necesitarán para ejercer la profesión en la sala de clases durante los próximos cinco años.]. Frente a esto, nuevos formatos de escuela han surgido como alternativa a este modelo en crisis.
Actualmente no existe un registro oficial de cuántas escuelas alternativas funcionan en nuestro país [3.Catalán, Rene. (2021) La educación alternativa como derecho.] , sin embargo, en la Provincia de Los Andes, desde el año 2015 [4. Levantamiento de la Escuela “Rukayelen”.] se evidencia un continuo levantamiento de esta nueva fórmula de escuela que, inspiradas en distintas pedagogías, han ido lenta pero sostenidamente aumentando sus porcentajes de matrícula y niveles de impacto en el debate educativo local; visible en los datos de la Tabla n°1.
Tabla n°1: Registro de matrículas de las escuelas alternativas de la Provincia de Los Andes. | ||
Escuela | Matrícula inicial | Matrícula actual (2022) |
Rukayelen | 7 (2015) | 23 |
Monte Aconcagua | 15 (2019) | 41 |
Natural Garden | 1 (2017) | 28 |
Dentro de los elementos comunes de las escuelas que presentan estos nuevos formatos, se observa una definición de un currículum propio con base en una serie de lineamientos pedagógicos dirigidos a: 1) la elaboración de proyectos acorde a los intereses de estudiantes, 2) destinación de mayor tiempo de dedicación a oficios y talleres prácticos, y 3) estimulación de la exploración y descubrimiento guiado al ritmo propio del niño o niña, declarados sobre principios como la humanización [5.PEI Escuela “Monte Aconcagua”.] , la libertad [6. PEI Escuela “Rukayelen”.], la co/crianza, cohesión social, desarrollo de consciencia y sustentabilidad ecológica [7. PEI Comunidad “La escuela imaginaria”.].
Gran parte de los estudiantes que las conforman provienen del enorme porcentaje de la población escolar nacional que desertó del sistema tradicional, cifra que hacia el 2021 correspondía a 39.498 niños y niñas que no volvieron a ser matriculados en colegios reconocidos por el Estado, y que el 2022 alcanzó los 50.529 [8.Detalles de la deserción escolar en www.mineduc.cl]. Por otro lado, en la Región de Valparaíso, 3.383 alumnos abandonaron sus estudios en el último año, posibilitando no solo el levantamiento de este tipo de escuelas, sino también, de modalidades homeschool.
En nuestra provincia fueron 167 estudiantes [9.Dirección Provincial de Educación San Felipe- Los Andes] que este 2022 rindieron exámenes libres, destacando su pertenencia a las modalidades ya señaladas e incluso a procesos de autoformación. Esta cifra, que incluye solo a estudiantes de educación básica de Los Andes, ha mostrado una clara tendencia al aumento desde el 2019, evidenciado en la tabla n°2.
Tabla n°2: Número de estudiantes de Educación Básica que rindieron exámenes en la provincia de Los Andes. | |
Año | Cantidad de estudiantes de educación básica que rindieron exámenes libres. |
2019 | 64 |
2020 | 92 |
2021 | 106 |
2022 | 167 |
La crisis de la educación representada en los conflictos que se vivencian en la escuela, es lo que podría, a priori, explicar el aumento de los números en deserción escolar y a la aparición de escuelas alternativas.
Si bien son múltiples las causas que explican dicha deserción, muchas de ellas aluden a las dinámicas metodológicas y normativas que forman parte de las escuelas tradicionales, ancladas a un modelo educativo que, junto con dejar en evidencia las negligencias, desatenciones, resistencia al cambio dentro de los procesos formativos; acumula en su historia político-administrativa, un enorme registro de cambios inconclusos.
Esto, expuesto y representado abiertamente en las modalidades de enseñanza del último tiempo, ha situado a la escuela como el espacio donde se particulariza la crisis, y, por consecuencia, a una sociedad que vuelve a levantar cuestionamientos sobre lo que es y lo que debería ser. Dicha particularización de la crisis, representa un estado de deslegitimación del espacio escolar como medio instructivo, formativo, o educador, no solo para estudiantes y sus familias, sino también para docentes que conciben a la escuela como un espacio de proyecciones profesionales limitadas [10.Según Elige Educar, para el 2025 existiría un déficit de más de 26 mil docentes idóneos para trabajar en las escuelas y liceos de Chile.].
Frente a este dinamismo, múltiples son los desafíos que se erigen, independiente del formato de escuela al que nos refiramos. Por ejemplo, la escuela clásica, junto con definir un posicionamiento estratégico respecto a los niveles de deserción, debe, al mismo tiempo, considerar el incremento en los niveles de ausentismo escolar que se ha venido evidenciando en los últimos años [11.Según estudios del CEM, un 39% de los estudiantes tuvo, durante el 2022, un 15% de inasistencias, porcentaje considerado grave en relación al desarrollo de aprendizajes.], así como el perjuicio de ello en la continuidades o procesos de enseñanza de los y las estudiantes. Así mismo, si dentro de los objetivos claves del Mineduc para el año 2023 está potenciar los contenidos curriculares por sobre el apoyo psicoemocional a estudiantes, resulta primordial pensar metodologías vinculantes, que suplanten a aquellas que han venido transformándose en condicionantes directas de la deserción.
Por otro lado, ¿cuáles son los desafíos que deberían asumir las escuelas alternativas? Sin intenciones de situarlas como puntas de flecha, es importante que el debate respecto a la protección de las infancias y a todos aquellos valores declarados en estas adquieran ribetes horizontales y de discusión general, por lo que pensarse hacia adentro, afectaría enormemente a dicha posibilidad. Es decir, las escuelas alternativas y específicamente aquellas que definen posicionamientos pedagógicos, traen consigo la oportunidad de incidir comunitariamente desde una perspectiva reflexiva, en función de aquellos valores en crisis dentro del modelo de educación tradicional.
Es por esto que, el abandono por parte del Estado -resentido por los formatos alternativos de educación al no poder optar por subvención estatal- [12.De acceder a las subvenciones estatales bajo los parámetros actuales, deberían someterse a pruebas estandarizadas como el Simce.] , es una de las variables de análisis que permiten elaborar un panorámica respecto a su futuro, pues, dicha situación genera que, para su sostenimiento, los aranceles que estas establezcan sean elevados, desarrollando así un modelo de escuelas libres que, por un lado, resulta costoso para los apoderados que buscan otro sistema educativo para sus hijxs, y , por otro, se envuelve en proyecciones inciertas respecto a sus financiamientos. Si esta nueva modalidad no logra incentivar una mayor participación de apoderados y de la comunidad para exigir un apoyo financiero del Estado, a la vez de hacer valer su autonomía, corre el riesgo de definir un modelo privado de educación que aporte a los conflictos sociales [13. Para su profundización véase en Apple, M. ¿Puede la educación cambiar la sociedad?. 2018.], al transformarse en opción educativa solo para la clase media y alta, reproduciendo la exclusión política de las clases más bajas de optar a una educación de calidad.