Los primeros pobladores del campamento “Patria Nueva”: La toma de las Juntas

Al noroeste de la ciudad de Los Andes se gestó la organización previa del campamento Patria Nueva, en la zona de Las Juntas, en lo que hoy corresponde a un sector de la Población Ambrosio O’Higgins. Allí, familias, que en su mayoría vivieron de allegados en casa de sus padres y con aspiraciones de obtener vivienda propia, llevaron a cabo durante mayo de 1973 una toma de sitio en este sector, que para algunas se prolongó hasta mediados de 1974, antecediendo y configurando las dinámicas que se presentaron en el posterior levantamiento del campamento.

La importancia de esta acción radica en  que las experiencias allí vividas facilitan la visualización de dos elementos centrales. Primero, aquellas dinámicas organizacionales de los y las pobladoras en función de la búsqueda de soluciones respecto a su situación habitacional, y, segundo, las implicancias de dicha etapa dentro de la trayectoria histórica del campamento Patria Nueva, permitiéndonos definir un panorámica lineal y continua desde este hito hasta la obtención de viviendas definitivas. 

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Imagen 1.- Titular periódico. “Pobladores se tomaron las Juntas”. La Aurora, 8 de mayo de 1973.

Respecto a los antecedentes que configuran la toma de Las Juntas, gran parte de los relatos coinciden en que las limitantes de sus ingresos económicos, la poca oferta a la vivienda y  la condición social y de habitación en la que se encontraban sumidos quienes formaron parte de este movimiento se erigen como principales aspectos motivacionales. Vivir de allegados, arrendar cuartos pequeños y encontrarse hacinados, fue parte de las dinámicas familiares que representan dicho estado, experiencias habitacionales que confluyen y que resultan gravitantes dentro del proceso. 

Juan Alegría, trabajador de la maestranza en ferrocarriles durante este periodo y quien perteneció al grupo de pobladores que inicialmente organizó la toma de terreno, afirma que esta tuvo dos características centrales; fue de participación mayormente masculina (en su organización y protección del espacio) y de carácter no masiva, cautelosa, ejecutándose pasivamente con un número menor de pobladores que iría aumentando con posterioridad. 

Sobre la planificación previa, Flor Burton, quien vivía de allegada en la casa de sus suegros junto a su hija recién nacida, y quien se integró a la toma desde sus inicios, señala que la coordinación se remitió a la elaboración de estrategias definidas “para tener a las personas [y] para avisar el minuto de”, siendo “los hermanos Rus [los] que empezaron a contactar gente, matrimonios” para su ejecución. Sin mayores detalles de ello señala: “No sé si ellos tenían alguna asamblea, un grupo de gente que los apoyara. Yo no sé si sacaron estos permisos que sacan cuando uno tiene o quiere armar un organismo, no sé si eso estaba notariado, no sé cómo fue eso. Pero yo sabía desde antes de casarme…que se iban a tomar un terreno”.

La toma de terreno fue una acción de ocupación que se llevó a cabo “como a las dos y media de la mañana por un pequeño grupo de familias” , matrimonios jóvenes  que, con “carpas improvisadas” hechas “de nylon y frazadas” , se instaló en un terreno de dependencia municipal con el objetivo “marcar presencia” y presionar a las autoridades para que, en el sector tomado, fueran construidas las viviendas solicitadas. 

En cuanto a la exactitud de las fechas y la cantidad de familias participantes los relatos varían, aunque con cierta claridad se identifican quienes fueron los organizadores y primeros en instalarse. Con respecto al total de familias, los números que se levantan van entre 35, 40 a 80, siendo las primeras opciones las más probables dadas las reducidas dimensiones del espacio en que se ubicaron. Sobre ello, Juan Alegría afirma que en un inicio se tomó el terreno junto a tres personas y que, horas más tarde, este número aumentó, recordando que “después, como a las nueve y media… ya no éramos tres ya pos, a las 10 de la mañana éramos 40 casas”.

Imagen 2. Niño en toma de Las Juntas. 1973. Registro facilitado por Juan Alegría.

Según Juan, la respuesta de las autoridades frente a la toma no tardó, pues “como a las nueve o nueve y media llegó el señor gobernador que era don Vital Ahumada (y) la visitadora de la gobernación”, ofreciendo “mediaguas con tal de venirnos al terreno” en el que, posteriormente,  se levantaría el campamento Patria Nueva, iniciándose una etapa acuerdos que darán inicio al desalojo y traslado al nuevo espacio.  

Independiente de los distintos tiempos que las familias permanecieron en el terreno tomado, las experiencias de vida definidas a partir de los relatos coinciden en que estas se llevaron a cabo bajo condiciones de extrema precariedad, por lo que, para ello, habitaron el lugar organizándose en turnos, permitiendo que mujeres y niños pasaran parte del tiempo en casa de familiares, evitando así las condiciones extremas del invierno y la falta de servicios básicos. 

Sobre esto, Lucia Henríquez, quien vivía de allegada en casa de sus padres, recuerda que “los hombres se quedaban a cuidar en la noche [y] nosotras nos íbamos a nuestras casas, de nuestros papás”, considerando también que en el terreno tomado “no había baño, no había nada. Ahí había que estar no más, había que ir a la casa a almorzar y después volver”.                   

Dicha modalidad fue constante durante el tiempo en que duró la ocupación y permitió, también, que la permanente presencia ayudara a impedir el desalojo, problema regular según los pobladores, pues “nos tenían amenazados, la policía pasaba encima, pero con el solo hecho de que había una bandera no podían proceder contra nosotros. Pero siempre tuvimos problemas”.

Sin embargo, como consecuencia de los fines públicos dados al terreno tomado -en el que se levantaría una plaza de juegos infantiles – se les ofreció a las familias ser trasladadas a un campamento de tránsito en el sector sur de la ciudad, en un terreno de propiedad particular llamado Chacra Maria Antonieta, gestiones llevadas a cabo entre la directiva y funcionarios del gobierno municipal. Gran parte de los relatos coinciden en que durante la primera etapa de este proceso se “identificaron a las familias pertenecientes a la toma, sus integrantes y se les asignaron sus futuras mediagua, [las que] llegaron en grupos de quince”, iniciándose así, “a la mala [o] en camiones” que vecinos de la población Ambrosio O’Higgins arrendaban como fletes, el traslado al nuevo terreno.

Bibliografía

  • Alegría, J. Entrevistado por Luis Crisóstomo Celedón. Los Andes, marzo de 2022.
  • Burton, F. Entrevistada por Danilo Herrera. Valparaíso, abril de 2021.
  • Céspedes, A. Entrevistada por Danilo Herrera. Valparaíso, mayo de 2021.
  • Herrera Calderón, M. Entrevistado por Luis Crisóstomo Celedón. Los Andes, mayo de 2022.
  • Lucía Henríquez Fabris, L. Entrevistada por Danilo Herrera Burton. Valparaíso, junio de 2021.
  • “Pobladores se tomaron las Juntas”, La Aurora, 8 de mayo de 1973.