Por Matías Ramirez

A raíz del surgimiento del Museo del Cáñamo y la muestra itinerante Replantemos el Futuro, parte de la comunidad aconcagüina se enfrentó a una fracción de la historia local; despertando recuerdos, curiosidades, sentimientos y anhelos en los participantes. Sin duda un paso importante para la memoria, elemento que para Jacques Le Goff 1 es una de las principales materias primas de la historia, por ende, se vuelve gravitante utilizarla en procesos de análisis que desplieguen un conocimiento más profundo sobre el valle de Aconcagua.

 Es durante el periodo colonial chileno en que se introdujo la planta del cáñamo -precisamente el periodo menos estudiado de la historia cañamera del país- la que tuvo fines económicos al ser un producto necesario para el desarrollo naval español. Sobre su inserción al nuevo continente se creyó que los primeros cultivos fueron en territorio chileno, sin embargo, dicha información carece de fuentes históricas que la amparen; ya que se tomó la disposición de la Real Cédula de Carlos V del 13 de junio de 1545 2 para asumir que desde esa época se inició el cultivo en América. Lo indiscutible es que su inserción en América comenzó alrededor de 1514 en el Virreinato de Nueva España y para el caso chileno los primeros cultivos fueron en Osorno en los terrenos del conquistador Rodríguez de Quiroga en el año 1577, en cambio fue la estabilidad ambiental la clave para el desarrollo del cultivo de cannabis en el valle central chileno en el largo plazo, lo que llevó a la confusión de los estudiosos del desarrollo agrícola basado en especies introducidas durante la Colonia.

La historiografía que ha analizado la producción cañamera lo ha realizado de manera tangencial y con bastante dispersión, cuestión que dificulta el estudio de la temática en cuestión, pese a ello se podría dividir en tres grupos: el primero marcado por un rumbo descriptivo al enunciar parcialmente la producción cañamera y sus productos manufacturados 3con un nulo desarrollo de series estadísticas sobre la producción y su comercialización, sumado a la escasa profundización en fuentes primarias 4 que permitan ver un panorama más íntegro del desarrollo de este recurso; cabe agregar la no inserción de esta temática de manera profunda en procesos históricos internos y externos del periodo colonial 5La segunda línea historiográfica se centra en la colocación cannabácea en procesos históricos relevantes del periodo colonial, aunque se siguió tomando datos productivos desde los autores anteriores 6 sin desarrollar cuestionamiento a las fuentes 7 ; confeccionar series estadísticas o levantamiento de nuevos datos sobre los cultivos, comercialización y agentes 8 . A su vez nacieron nuevas perspectivas investigativas mostrando la trayectoria del cannabis en el largo plazo mediante la promoción productiva por parte de los distintos gobiernos, desde la Corona española hasta la república 9. La última línea historiográfica tuvo su directriz en el análisis del rol clave que tuvo el abastecimiento de jarcias laboradas en Chile para la Real Armada español 10 durante el siglo XVII e inicios del XVIII, con un enfoque teórico basado en los global commodity chains, cuya base fue el análisis de fuentes (de archivos hispanos y chilenos que develaron incongruencias en las cifras de producción otorgadas por la primera línea historiográfica y continuada por la segunda corriente). A pesar de ello, también carece de series estadísticas que respalden el conocimiento de los volúmenes productivos del cáñamo.

Al examinar las formas en que la historiografía ha estudiado la plantación y manufactura cañamera durante el periodo colonial, se hace patente la carencia de nuevas perspectivas de análisis, salvo la que incluyó las commodity chains y que enriqueció los estudios, aclarando las razones del fracaso en la satisfacción de la demanda externa. Estos vacíos historiográficos deben ser estudiados en relación a los movimientos propios de las economías internas del periodo colonial, ejemplo claro es lo realizado por Assadourian 11 quien observa como existen producciones dominantes como la minera, la cual estimuló a las producciones agrícolas como el trigo. Cercano a esta formulación teórica está la de Juan Carlos Garavaglia 12 quien presentó la forma en que la yerba mate fue comercializada en el mercado americano.

Lo anterior permitiría observar los vaivenes en la oferta y en la demanda cañamera a nivel regional e intrarregional, si se considera que la producción dominante minera tanto peruana (interregional) como de otros sectores de la capitanía general chilena (mercado regional) tuvieron el peso suficiente para mantener el cultivo y la manufactura en el valle de Aconcagua de los derivados cannabáceos desde el siglo XVIII proyectándose en el tiempo hasta el s. XX, periodo en que se desarrolló la Sociedad Industrial Los Andes (SILA). Para esto es clave ir en búsqueda de nuevas fuentes que establezcan series estadísticas sobre la producción, revisar la tendencia de los precios, observar la capacidad de generar valor agregado a los derivados del cáñamo como también identificar el rol de la Corona y de los agentes privados que optaron por este sector productivo, quedando a su vez abierta la profundización en estudios sobre el impacto medioambiental que tuvo el cannabis en el valle central o el rol de la mano de obra en el proceso de transformación de los derivados del cáñamo durante la colonia. 

 Acá se propone una investigación que tiene como objetivo analizar el derrotero historiográfico, productivo y comercial del cáñamo del valle de Aconcagua durante el siglo XVIII y la primera década del siglo XIX, a raíz de las dinámicas generadas en el mercado interno por medio de las oscilaciones de la oferta y la demanda; las que permitieron el desarrollo del cultivo cañamero aún tras la independencia de Chile.

Para alcanzar el objetivo anterior la aproximación metodológica debe partir abordando la teoría de los commodity chains la que ha analizado las cadenas de producción, distribución y consumo de la jarcia durante el periodo colonial, esto posibilitará el comprender la comercialización de manera global como la necesidad estratégica para el Imperio Español. Si bien no prosperó por la competencia internacional -como ha develado el historiador Díaz-Ordóñez- sí persistió su desarrollo en el mercado interno americano cuestión relegada por el conocimiento histórico que se ha enfocado en el análisis de otros productos agrarios 13, desperdigándose los datos de este producto en la historiografía colonial.

Otra línea teórica-metodológica para esta indagación es el análisis regional de la demanda producida en el mercado intrarregional en el ámbito espacial del circuito bioceánico que conectó a Lima-Santiago-Buenos Aires, área que puede ser entendida como la espacialización de una relación económica(Young, 1987). Ello permite establecer como unidad de análisis el rol del valle de Aconcagua como proveedor de los derivados del cáñamo en los diversos sectores del circuito anteriormente enunciado.

Y la tercera perspectiva metodológica se basa en la conformación del sistema mercantil colonial fundado a partir de la minería como producción dominante 14, la que impuso su ritmo a los otros sectores de la economía creando encadenamientos productivos agrícolas, en específico para este estudio es, la elaboración cañamera mediante la creación de cuerdas, cables, sacos y mechas; bienes intermedios que participaron en su desarrollo. Esto conllevaría a observar la relación de los productores, comerciantes y compradores del cáñamo del mercado regional e interregional además de analizar la dinámica comercial que señale si dicho circuito fue parte de una economía natural 15.

Lo que acá se pretende es profundizar en la importancia que tuvieron los movimientos comerciales en los mercados regionales e interregionales de la producción cannabácea y como se siguieron articulando al conformarse una economía nacional tras la independencia de Chile. A raíz de lo anterior, se debe establecer para mayor claridad metodológica, que el comercio del cáñamo de Aconcagua fue parte de un espacio regional (eje bioceánico) con características propias del modelo dendrítico, entendiéndose como una hipótesis a comprobar como ha establecido Van Young 16 ; debido a que hubo una estructura rural bien articulada por el efecto de la producción triguera, enfocada en la exportación cerealera y en menor medida la cañamera. Se debe agregar que la ciudad de Santiago realizaba la función de ciudad dominante en la que comerciantes santiaguinos a su vez concentraban el dominio de la propiedad agrícola -como por ejemplo la hacienda de Pullally (La Ligua) propiedad de los marqueses de Pica 17.

La propuesta tiene como eje central el comenzar la desmitificar los reales volúmenes de producción, conocer las redes comerciales cañamera durante la colonia, consolidar un terreno teórico y metodológico para estudiar el rol del Estado y de los privados elaborando análisis más acabados para el conocimiento de esta producción. Esto abrirá nuevas perspectivas analíticas que desarrollen un conocimiento local de largo plazo y que conecten desde otros focos el impacto que tuvo el desarrollo industrial cañamero, como podría haber sido en la mejora salarial de otros sectores de la ciudad, la influencia en la conformación de Los Andes como una sociedad moderna, el rol del paternalismo industrial en la consolidación del movimiento sindical local; historia de las y los trabajadores desde una perspectiva de género, las enfermedades laborales que aquejaron a los laborantes de este sector y análisis sobre la viabilidad de la producción del cáñamo industrial en la zona para el presente. 

Sin duda se puede observar un campo abierto, dependiente de los esfuerzos de investigadores locales. Los que deben abrir por un lado nuevas perspectivas, fuentes y áreas de interés; yendo a la par de crear y participar en coloquios donde se muestren y discutan avances y desarrollos de las investigaciones. Y por último y no menos importante, mostrar estas investigaciones en otros sectores del país pasando a integrar parte de la discusión sobre la historia local y regional, ya que sin este paso se sigue fomentando el desarrollo de una historia centrada en el análisis nacional o perdiéndose en iniciativas de buena voluntad que no logran trascender en el tiempo ni en el territorio.

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