por Jorge Cancino Palma

“Hemos visto plazas en las más diversas ciudades de la República, pero ninguna de ellas acoge al visitante o al andino con la belleza admirable de su bien dada vegetación y con el embrujo de sus pequeñas avenidas. Los árboles parecen extender amorosamente sus anudados brazos sobre nuestras cabezas y la tenue brisa, la caricia celeste del gigante cordillerano, agita en suaves y casi imperceptibles acordes la música de las hojas[…]” – Héctor Miranda Araya

Pasaron 35 años desde que fue escrita a propósito de un concurso, hasta su publicación (1989) como la obra que muchos andinos desde niños hemos gozado, ha estado ahí, en muchos estantes como ese libro grueso que enuncia la historia del pueblo que habitamos. Durante mis años de colegio lo miraba con respeto y recelo ¿quién podría haber escrito ese ladrillo lleno de datos, nombres y tablas? Le reconocía eso si, el merito de los mapas desplegables, algo hoy poco frecuente que agradezco mucho.

Muchos años después de que la obra me observara desde el librero de mis padres, y a propósito de un encargo como historiador, la tomé y asumí la tarea de leerla. Admito que aún no lo recorro de punta a punta, que me perdone don Héctor, es que soy de una generación a la que le cuesta el manual extenso, no por flojera sino por dispersión de pensamiento, lo que me lleva a generar más admiración por la obra que escribió. Le voy a contar que el libro está algo a mal traer, aunque “mejor libro deteriorado pero leído”, y que hoy lo tengo lleno de banderitas que marcan pasajes, datos y párrafos que considero valiosos para todos los que quieran investigar sobre la zona. 

Héctor Miranda fue un profesor de Historia y Geografía originario de Santiago, pero de padres andinos, este último dato es el que lo vincula con el valle. En su cuarto año de carrera escribe la historia del puerto de San Antonio, a propósito de un concurso público del municipio y lo mismo hace con Ñuñoa poco tiempo después. En 1951 el municipio de Los Andes llama a un concurso similar al que Miranda acude y crea la obra que dio origen al libro “Historia de Los Andes” y que aborda desde la llegada de Diego de Almagro, haciendo breves alusiones al mundo indígena, hasta los años 50`(cuando él escribe). Si bien el trabajo historiográfico no recorrió algunos archivos como el de la Gobernación de Los Andes, el libro es un material valioso en cuanto a datos y a cómo va articulando una línea narrativa histórica clara y de fácil lectura, el lenguaje es ameno sin recurrir a tecnicismos excesivos y el uso de datos y tablas parece ser suficiente sin cansarnos. Son recomendados los pasajes dedicados al proceso de independencia y los sucesos que atañen a esta zona, así como toda la historia del ferrocarril trasandino del cual incluye un plano desplegable de la ruta. 

En 1975 y con la aparición de “El Andino” parte de la obra es publicada diariamente como la columna “Historia de Los Andes”. Once años más tarde (1986) se hace un homenaje en vida al autor. Sin embargo, la investigación ganadora del concurso de 1951, quedó guardada por casi 35 años hasta que una iniciativa de la Junta Pro Adelanto, varios municipios de la zona y la coordinación y edición del historiador René León Gallardo, hicieron posible su publicación en el formato que hoy conocemos con un tiraje de solo 500 ejemplares.

Sigue siendo un libro de consulta valioso, sigue aunando información que cualquier persona que quiera conocer mejor la ciudad y el valle, valorará enormemente. Pese al paso del tiempo y al trabajo de otros historiadores, la Historia de Los Andes de Héctor Miranda se convirtió en una piedra angular de la historiografía local, una que ojalá tiente a algún nuevo inquieto a reeditarla para asegurar su permanencia futura.