texto por Jorge Cancino / Danilo Herrera
Hace dos años el caminar por la vía pública en nuestro valle (y en Chile) cobró un significado distinto, dejamos de transitar absortos en nuestros problemas y en adelante, miles nos reunimos ocupando los espacios de nuestras ciudades con sentido de lucha. Caminar se convirtió también en un habitar y recuperar, ese espacio que para Humberto Giannini es esencial para la comunicación humana: la calle ¿quién la poseía antes? ¿dónde habitamos en sociedad? Lo cierto es que durante décadas los centros comerciales se convirtieron en nuestro espacio público y la calle en el espacio únicamente de paso. Pero ese 18 de octubre comenzamos a resignificarla, descubrimos las plazas y su poder de reunión, los cabildos fueron nuestros nuevos centros de diálogo, sobre política y constitución se hablaba a viva voz en las calles. Este espacio se convirtió en signo de desobediencia ante el abuso de quienes detentan el poder político y económico, en una muestra de que el deseo de cambio era anhelo colectivo. Es cierto que en otros lugares de nuestro valle desde hace mucho ya se había comprendido el poder de la unión. Sin embargo, en octubre del 2019 fue el momento de nuestras apaciguadas ciudades. Los aconcagüinos se reunieron en las calles para transformar la sociedad.
Desde el lente de Raúl Crisóstomo (investigador de Enclave) rememoramos aquellos días en que la calle se colmó del espíritu de cambio total.