La gloria del «Chato» Espinosa
Por Jorge Cancino y Danilo Herrera.
La semana pasada en nuestro artículo “La liga olvidada: Box en el valle de Aconcagua (parte I)” conocimos algunos aspectos generales de la historia del box en la ciudad de Los Andes. Esta semana nos acercaremos a uno, de dos relatos, que desde la memoria de quienes vivieron ese mundo al rededor del cuadrilátero, nos lleva al pasado deportivo de la comunidad andina.
Hoy en día don Segundo Espinosa mejor conocido como el “Chato” Espinosa vive en la Villa Sarmiento acompañado de su esposa doña Margarita Gallardo, compañera desde hace más de 50 años. Por azares del destino no es el ex-boxeador quien nos relata su historia, sino que su esposa, pues desde hace cuatro años que el alzheimer tiene a don Segundo – aunque muy activo y aún con mucha de la fuerza de antaño- con pocos momentos de lucidez que le permitan recordar sus días de deportista.
Antes de contraer matrimonio ya boxeaba, pues como muchos otros pugilistas de la zona, desde muy joven tuvo la oportunidad de ver los combates que se desarrollaban en el “campeonato de los barrios” en los años 40 y 50. Y aunque a su esposa nunca le agradó verlo golpearse con otro hombre tuvo que aceptarlo, tal como los padres de él, pues sus constates victorias terminaron por evidenciar un innegable talento desde temprana edad.
Los inicios del “Chato” estuvieron ligados al club San Martín de Coquimbito, club de sus amores, que en aquellos tiempos desarrollaba un importante proyecto deportivo enfocado en el atletismo, fútbol y box. Desde sus primeras peleas, alrededor de sus 18 años, fue adquiriendo fama por sus potentes golpes y rápidos noqueos, de tal manera que incluso quiso ser llevado a la aviación en Santiago. Pese a que esta posibilidad no dio frutos, si los tuvo en Valparaiso, cuando comenzó a trabajar y pelear por la maestranza Barón. Sin embargo, la imposibilidad de acostumbrarse a la vida en el puerto y la necesidad de sus amigos y su tierra, a juicio de su esposa, terminaron por mantener en Los Andes a la pareja.
Aún con sus reticencias a salir del Aconcagua a probar suerte o de formarse como boxeador profesional, llegó a cosechar grandes éxitos en este deporte en la categoría mediano – ligero.
Recuerda vivamente doña Margarita la pelea que tuvo con un boxeador argentino en Valparaíso y que si bien estaba siendo ganada por su esposo, finalmente un calambre en sus piernas llevó a que tirasen la toalla en su equipo. Para ella los combates con boxeadores argentinos siempre eran especialmente duros.
El recuerdo más importante que guarda con respecto del box, es la pelea contra el campeón sudamericano Ulises Moya, combate gestionado por la asociación de boxeo, debido a la fama que ya había adquirido don Segundo. El encuentro no fue como ningún otro. Cada combate de su esposo, ella lo vivía con emoción, gritando “dale chatito, dale chatito”. Pero en esta ocasión, solo se escuchaban los golpes de los boxeadores, pues había gran tensión en el aire que obligaba el silencio del público. Ya no le es muy claro si fue una derrota o un empate, pareciendo más seguro lo segundo en su memoria, pues fue un encuentro durísimo para ambos boxeadores, no pudiendo adivinarse que era lo que iba a suceder al final del encuentro. Para ella ambos peleadores casi se mataron, sin embargo, ambos terminaron en pie.
Después de más o menos 6 años de peleas, alrededor de 70 encuentros, y de impresionantes luchas, don Segundo dejó el ring a finales de los años 60, momento en el cual algunos otros boxeadores del ámbito local se retiraron también del cuadrilátero. Es en ese periodo cuando para doña Margarita, el box decayó definitivamente en Los Andes.

*Este articulo fue desarrollado gracias a las memorias y colaboración de Don Alfredo Espinosa, Doña Margarita Gallardo y Don Luis Baez.
grande chatito como no sentirme orgullosa te ti mi gran heroe te amaremos por la eternidad mi kerido tatita